martes, 27 de enero de 2015

Diez razones para no ponerse un piercing

Las razones para llevar un piercing son variadas, y van desde estar a la moda, diferenciarse de los demás, identificarse con algúnn grupo social o étnico, potenciar las sensaciones eróticas o simplemente decorar el cuerpo. El procedimiento es relativamente sencillo y se debe acudir a profesionales cualificados, ya que lo realizan en establecimientos limpios siguiendo todas las medidas de higiene, además de poner en práctica técnicas adecuadas. Existe en las diferentes autonomías un reglamento para estos locales.
Las cuestiones de estética y salud van casi de la mano. Las variantes que se utilizan para cambiar el aspecto y verse diferente muchas veces suelen causar lesiones graves en la piel. Los piercings y los tatuajes son algunas de las opciones máss elegidas populares en la actualidad. Los piercing crean un traumatismo en la piel y pueden producir una infección, que a veces cicatriza mal y eso provoca una seria lesión.
Además, señala Héctor J. Rodríguez Casanovas, Profesor de la Universidad de Sevilla, no todas las personas pueden llevar un piercing: «un ejemplo, quienes padecen hemofilia, ya que presentan escasa coagulación de la sangre y, en consecuencia, las pequeñas heridas que deja el proceso podrían poner en peligro su vida. Asimismo, cuando se padecen alergias es preferible consultar antes al alergólogo para que indique si afectará o no el estado de salud».
Según un estudio realizado recientemente en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, el 72% de las personas que lleva piercings en la boca ha sufrido alguna complicación posterior a su colocación. La más frecuente, asegura el experto, es la inflamación (el 35%), seguida del dolor (18%), la dificultad de hablar y de masticar (el 15%), disgeusia (alteración del gusto) (el 5%), sangrado (4%), hipersialia (aumento de la salivación), infección y parestesias o sensación de hormigueo (un 2%) y alergia (1%).
La lesión que más preocupa a los odontólogos es la periodontal que se produce en casi la mitad de los portadores de piercings (48,1%). Estas lesiones aumentan en los sujetos que llevan el piercing de metal y colocación extraoral.

Debemos saber que...
1- El piercing puede favorecer que se acumule en esa zona la placa dental o sarro.
2- Inflamación de la zona donde se ha colocado el piercing y/o sangrado.
3- Deformaciones linguales, alergias y úlceras
4- Fracturas dentales. Es más frecuente de lo que puede parecer, al producirse un choque con el piercing.
5- También puede dañar el esmalte, las encías o los empastes.
6- Alteración del gusto y del proceso del habla
7- Dificultades para masticar y salivación excesiva.
8- Problemas de halitosis si la presencia del piercing no permite realizar una higiene bucal completa o el mismo piercing acumula bacterias.
9- Ingestión de forma accidental al soltarse. ¡Cuidado al practicar deporte!
10- Más riesgo de cáncer oral.

Semiología del dolor dental

Repasando unos apuntes de un curso ofrecido por el Dr Padrós hace años en el GAED (Alicante) me encantó la observación que hizo sobre los síntomas del dolor exclusivamente dental. Así pues, según lo que nos manifieste el paciente podremos dirigir mejor nuestro procedimiento:
   -Molestias a los cambios térmicos (frío-calor) será por presencia de dentina expuesta al medio oral.
   -Molestias al ocluir y contactar los dientes será por presencia de una prematuridad (por ejemplo tras una obturación).
   -Molestias al morder alimentos que se inteponen entre las piezas dentarias y tenemos una obturación reciente, será por presencia de un espacio (burbuja de aire) debajo de la restauración.
   -Molestias al ocluir sobre una cúspide y que aumenta al soltar o al abrir la boca, será por una fisura o síndrome de diente fisurado.
   -Molestias especialmente a los helados y dulces será por poresencia de caries